¿PODEMOS CONFIAR EN NUESTROS NIÑOS?

06.08.2012 11:52

Al inicio de la profesión docente, la disposición, la entrega, el optimismo y las ganas de hacer las cosas es lo que prevalece en el maestro, tristemente con el paso de los años, esto empieza a menguar y no debiera de ser así, el amor por las actividades que realizamos siempre debe estar presente y más si en ellas se incluye el trato con personas y aun mas cuando estas son jóvenes en proceso de formación.

Cuenta la historia que hace años un docente veterano comento a uno nuevo en la profesión,  no puedes confían en ninguno de los alumnos por qué no son honestos y este comentario inquieto mucho al joven maestro e ideo una prueba para evaluar la honestidad de sus alumnos y al calificarla todos obtuvieron un 100 lo cual le reafirmo la fe en los niños y se dio cuenta que el comentario de Elena G. de White se había demostrado en la práctica: “haced sentir a los jóvenes que se les tiene confianza, y pocos serán los que no traten de mostrarse dignos de tal confianza.”(La educación, pág. 281). Esta experiencia sucedió hace mas de 30 años lo cual despertó nuevas incógnitas, ¿estará tan contaminada la sociedad como para creer que incluso las buenas familias han relajado sus normas morales? Y el resultado fue que solo un alumno no paso el examen, así que la diferencia no es significativa esto nos lleva a pensar que la honestidad de nuestros alumnos por más que pasen los años no cambia la clave esta en la confianza que se les muestre. Además por mas años que pasen las gentes en una actividad no deben de ser prejuiciosos y jamás etiquetar a un alumno por que los maestros veteranos muchas veces obedecen mas a sus sentidos que a las pruebas, y en la vida escolar a veces resulta mejor no castigar una conducta negativa donde no hay pruebas fidedignas que incriminen que culpar a un inocente, el profesor debe recordar que su servicio no es solo con la juventud si no para Dios, y hay veces que es mejor dejar las cosas en sus manos  en vez de juzgar y castigar a un niño debemos confiar en él y que el mismo reconozca sus errores.

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